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|  | 69 | Mestizaje
      cultural en Cristóbal Nonato de Carlos Fuentes | 
| Nombre del
      Autor: Silvia
      Miranda Boaventura | ||
|  | ||
| Palabras clave: cultura – México - identidad | ||
| Minicurrículo:
      Doctora
      en Teoría Literaria por la UFRJ  (Río
      de Janeiro/Brasil). Profesora de Teoría Literaria y Literatura
      Latinoamericana de la UERJ (Río de Janeiro/BR) | ||
| Resumo:
       O México
      revisitado por Fuentes descortina o panorama do popular urbano configurado
      por diversas contribuições, dentre elas o cinema e a música. Em Cristóbal
      Nonato, a pluralidade de linguagens e os diversos planos temporais e
      espaciais se encontram confrontados e convergentes na narrativa circular
      desenvolvida por um personagem que vive com a cumplicidade,
      necessariamente, atuante do leitor na gesta da mistura cultural da América
      Latina.  | ||
| Resumen: México revisitado por Fuentes descortina el panorama del popular urbano hecho de diversos aportes, dentre ellos el cine y la música. En Cristóbal Nonato, la pluralidad de lenguajes y los distintos planos temporales y espaciales se encuentran confrontados y convergentes en la narrativa circular desarrollada por un personaje aún no-nacido que vive con la complicidad, necesariamente, actuante del lector en la gesta de la mezcla cultural de Latinoamérica. | ||
| La
    obra ensayista de Carlos Fuentes conceptúa la novela hispanoamericana, a
    partir de los transformadores años 60 del siglo XX, como mito, lenguaje y
    estructura.  Esa concepción atraviesa su obra y pone de relieve sus
    vivencias cinematográficas no sólo como cinéfilo sino también como
    adaptador de narrativas literarias para la pantalla y colaborador de Buñuel. 
    Esas experiencias se tornan conocimiento visible en los textos
    literarios de Fuentes por la mezcla lingüística y por el montaje
    cinematográfico. En
    Cristóbal Nonato, la pluralidad de lenguajes y los distintos planos
    temporales y espaciales se encuentran confrontados y convergentes en la
    narrativa circular desarrollada por un personaje aún no-nacido que vive con
    la complicidad, necesariamente, actuante del lector la gesta de la mezcla
    cultural latinoamérica. México
    revisitado por Fuentes descortina el panorama del popular urbano hecho de
    diversos aportes, dentre ellos el cine y la música, que representando el
    predominio de la industria cultural, van a simbolizar mitificadamente el
    modo de ser nacional.  La
    diversión y el reconocimiento de las identidades nacionales atraen las
    masas populares para asistir a las películas y oír los ritmos con los
    cuales se perciben integrados como latinoamericanos, pero, al mismo tiempo,
    sin percibir, reducidos a determinados clichés de imagen y melodía. El
    proceso de identidad mestiza que Todorov apunta en las actividades de
    interpretación y mediacón interculturales, resulta en el alejamiento de
    ellas mismas para el establecimiento de otra forma de ser. 
    Lo que Fuentes va a buscar también en la genealogía del huevo
    mexicano, el propio narrador nonato, en sus interrelaciones culturales. La
    cultura popular aparece mezclada con las otras fajas culturales, y de esa
    captamos dos momentos, dentre otros, cruciales de su aparición, por la
    diversidad de las presencias y resistencia identitaria de su inserción en Cristóbal
    Nonato.  El primero nos da
    cuenta de la manipulación de varios símbolos culturales, asegurando la
    alienación colectiva para obtener la paz como torpor social, así se
    institucionaliza la cultura popular sin la intervención productiva de sus
    cultores, ahora transformados compulsoriamente en consumidores. Señores,
    yo les ofrezco [...] una institución nuestra. 
    Una bruja.  Una
    curandera.  Una enfermera de los pobres: [...] una mujer que llene el cántaro
    vacío de la legitimación nacional: una nueva Madre para México [...] Madre
    antigua fue Nuestra Señora la Coatlicue, la de la falda de serpientes [...]  Madre
    impura fue Nuestra Señora la Malinche, la traidora amante del conquistador,
    la puta madre del primer mexicano [...]  Madre
    Pura fue nuestra Señora de Guadalupe, la redentora del indio humilde: de
    Babilonia a Belén con un ramo de rosas instantáneas, Nescaflores, señores:
    ya tenemos mamacita santa [...] Madre
    revoltosa fue Nuestra Señora la Adelita, la mera madrina de la revolución
    [...]  y
    Madres secretas todas las mujeres de cuya imagen descendimos, pero que jamás
    pudimos tocar: las estrellas de cine, las devoradoras, las vampiresas, las
    grandes rumberas y exóticas de nuestros inmensos sueños adolescentes
    [...]. SEÑORES: LES PRESENTO A NUESTRA SEÑORA MAMADOC. (CN, p. 40-1-2) | |
| 
 En
    esa lectura parodística se transparienta aún la calcificación de la
    cultura popular por los organismos institucionales que además de ignorarla
    en su reactualización constante, valorando solamente su vestigio
    petrificado en un pretérito concluido hace mucho tiempo, reduce su
    capacidad inventiva bajo el dominio de la cultura de masa. Sistema
    cultural que forma parte de la lógica de la colonización contemporánea,
    como señala Subirats, al promover el vaciamiento ahora de una pluralidad
    cultural confrontante para el cumplimiento de una identidad cultural una y
    absoluta. Mamadoc
    galvaniza todas las mujeres seleccionadas en función de la mitificación de
    la figura materna, por ese proceso compensa ideológicamente las pérdidas
    nacionales para el enemigo externo más visible, los Estados Unidos - la
    posesión imaginaria de las estrellas hollywoodianas -, y satisface el deseo
    de dominación masculina de una sociedad patriarcal - poseer todas las
    mujeres del mundo en aquélla edipianamente ideal: y
    Madres supersecretas todas las gringas de nuestros sueños masturbadores,
    Lana, Marilyn y Ava, pero por encima de todas la ubre de la urbe, ubérrima
    Mae West de la Gran Manzana, buena cuando eres buena pero mejor cuando eres
    mala, Madre Occidente, perdidos en tus lonjas blancas, tus profundidades
    secretas, tus oropelos fastuosos: cogerte Madrasta del Oeste es vengarse de
    toda nuestra historia de inseguridades y sumisiones, Nalga Blanca, véngase
    con su Camote Negro, ándele, tírese un pedo para que me oriente,
    occidente, accidente, órale güera rejega que se lo ordena su mero papacito
    prieto [...] aquí está nuestra legitimación limítrofe, nuestro premio
    permanente, la fuente de todo poder en México, la construcción suprema de
    la supremacía machista, muchachos, la mezcla perfecta de Mae West, la
    Coatlicue y la Virgen de Guadalupe. Un símbolo, [...]  LA
    MAMACITA SANTA !!! [...] -
    Se las regalo, señores. (CN, p. 42-3) Fuentes
    carnavaliza la pretensión del sistema de institucionalizar el mestizaje del
    símbolo: sacro y profano, garantizado por la cultura de masas cinematográfica,
    al desplazar el lenguaje de la conciliación del nacionalismo conmemorativo
    para el discurso de la transgresión sexual como contraconquista de la
    subjetividad colectiva. Otra
    expresión cultural que recompone la identidad latinoamericana es el bolero,
    caracterizador por excelencia de la sensibilidad mexicana, que crea sus
    mayores clásicos.  Ese género
    musical resurge a cada anuncio de su muerte, porque forma parte del
    cotidiano amoroso del hombre y de la mujer, recontando su itinerario
    sentimental, y aun porque se renueva acogendo todas las contribuiciones que
    le llegan.  Esa renovación es
    propia de las expresiones de la cultura popular, aunque el bolero sea una
    creación personalizada. Según
    Alejo Carpentier, el bolero acepta por tradición las letras extranjeras o
    poema, o sea, se vuelve disponible para la mezcla con cualquier faja
    cultural, resultando de ahí una amplia difusión que la escritora mexicana
    Margo Su concibe como mancha de tinta incontenible que se expande por toda
    la América Latina. [...]
    el bolero es música que se escucha, tomados de la mano, repasando el
    vocabulario y los sentimientos de nuestra íntima curselería
    latinoamericana, levadura de nuestro optimismo melodramático (escucha mi
    padre el bolero “Vereda tropical”: Con
    ella fui noche tras noche hasta el mar, Para
    besar su boca fresca de amar; Y
    me juró, quererme más y más, Y
    no olvidar jamás, Aquellas
    noches junto al mar [...]
    suspendido entre los vértices (los vórtices) de mi madre embarazada, Penny
    desmitificada y Colasa resignada, mi padre escucha boleros una cierta noche
    del año del Quincentenario del Descubrimiento de América: y redescubre el
    Nuevo Mundo del bolero, la utopía degradada pero jamás renunciada, [...]
    la utopía de las islas, de Eldorado, de la monarquía indiana [...] escucha
    [...] los rucos arruinados de la otrora próspera clasemedia embelesados,
    todos juntos rescatando el Paraíso  -la vereda tropical-  mediante
    las operaciones del corazón: tal es el proyecto imposible del bolero:
    lenguaje culterano de los modernistas adaptado a las necesidades
    sentimentales de la alcoba, la playa y el burdel [...](CN. p.429-30) | |
| 
 Si
    la diversión constante configura la sociedad de espectáculo, como Adorno y
    otros críticos culturales analizan, causando a la vez expectativa e
    idiotez, el lenguaje con el cual Cristóbal Nonato presenta y
    cuestiona la cultura de masas es el de la mezcolanza de distintos lenguajes,
    incluso el de la información instantánea, pero contrapuesto a la
    irreversibilidad comunicacional entre emisor y receptor, otro tiempo, otra
    relación, otra construcción del mundo. A empezar por la necesidad de un
    tiempo más lento para la madurez de la obra que el escritor crea y el
    lector recrea, como Fuentes señala en la Geografía de la novela: 
    “Pausa para transformar la información en experiencia y la
    experiencia en conocimiento.  [...]
    Tiempo para la imaginación”. (FUENTES (1995) p. 13 (pie de página). La
    novela Cristóbal Nonato ilustra esa percepción literaria en que el
    narrador nonato se engendra y es engendrado por nueve meses/capítulos,
    contruyéndose y siendo construido por varios niveles de lenguaje, voces que
    convocan tanto el autor cuanto el lector y el elector potencial para la
    aventura de la creación, dar a conocer lo que aún no fue escrito. 
    Ese proyecto requiere un repertorio de informaciones ya sedimentado
    como saber crítico del mundo, demandando un tiempo más lento para
    comprender e imaginar el universo cultural con el cual nos defrontamos. La
    posición intelectual de Carlos Fuentes cuanto a la cultura de masas no es,
    entretanto, la de desprecio o repulsa. 
    Su cuestión se vuelve para la utilización manipuladora y tiránica
    de esa faja cultural como forma hegemónica de comunicación. 
    La propuesta del autor parte de un diálogo deseable de la literatura
    con los medios masivos para traerles otro tipo de calificación y algún
    grado de libertad, contribuyendo juntos para la emergencia real de un
    sistema que se socializa democrática y críticamente. 
    Tal orden social activa el cambio: “en [...] que la realidad de la
    cultura creada y portada por la sociedad determine la estructura de las
    instituciones que deberían estar al servicio de la sociedad y no al revés”.
    (FUENTES (1995) p. 13) La
    cultura mestiza establece en la novela el punto de encuentro de México con
    los Estados Unidos en el cine y en la música. 
    Fuentes al privilegiar la reactualización de la memoria cinematográfica
    de los años 30 y 40 hecha de sensualidad y glamour, deja
    transparentarse el rechazo al espectáculo de la violencia de las películas
    contemporáneas y, al mismo tiempo, senãla la iconografía de la modernidad
    que expone y expande el lenguaje de la seducción: “Lana Turner, la jamás
    olvidada starlett al ser descubierta en marmórea fuente de sodas ingiriendo
    empalagoso ice cream soda de cereza y enfundada en ceñido jersey”.(CN.
    p, 462) En
    la música, aunque la mancha del bolero se extienda hasta los Estados
    Unidos, ésta solamente llega al considerable público latino, al contrario
    del rock’n’roll que desde la América del Norte conquista a todo
    el mundo en la excitación del ritmo, en la incitación del desorden verbal
    y de la irreverencia en el tratamiento de las tradiciones. 
    El rock, aunque es una creación personalizada, como el bolero, también
    es cultura popular por recrear el sonido y la letra de la vida de la
    juventud. | |
| Esa
    capacidad de atraer público desde su orígen en los años 50 se debe a la
    renovación continua de la técnica musical y también a la absorción de la
    tecnología de punta para la producción, grabación de la música o para la
    presentación de conciertos grandiosos, cuando la mezcla con la cultura de
    masas pasa a predominar.  Fuentes agita la escena mexicana de la tradición cultural,
    mezclándola con la actualidad de la música popular internacional,
    concomitante a la muestra de la dominación de la cultura masiva. [...]
    el rockaztec [...] vocalización del conjunto de Los Four Jodiditos Serpents
    are better When
    feathered -See
    their eggs fly! And
    after they shed [...] Baby,
    baby, in a pie Reptiles
    in the sky! [...] oyen
    el rockaztec de la serpiente emplumada, [...]  ven
    al Jipi Toltec cayéndose en trizas, pedacitos de piel que va regando
    mientras baila en la tarima con su cinturón de culebra y su concha de mar
    en los labios, una mezcla de Tezcatlipoca y Mick Jagger,  ven 
    al Huérfano Huerta dirigiendo a la banda con un retrovisor amarrado
    al coco para ver lo que pasa atrás [...], ah mi ROCKAZTEC, cómo gritan
    cuando el Huérfano canta  Reptiles
    in the sky! con
    su voz chillona pero erótica y el Jipi con la suya apagada como un fantasma
    y Huevo sin rostro, mucho menos con voz [...] el gran delirio dionisiaco en
    espacio abierto [...].  (CN.
    p, 179-80) Los
    músicos del rock ficcional afirman mezclas extrañas de grabados de Posada
    o de mural de Orozco revisitados.  La
    tradición de lo sagrado friccionada por la parodia de la idolatría apunta
    para la supervivencia calcificada del mito y para la fabricación de mitos
    de la contemporánea sociedad de espectáculo. Los
    jóvenes integrantes de los Four Jodiditos están al margen de la sociedad;
    integrantes del pueblo, ellos comunican la revuelta de los excluidos y en la
    misma vuelta el deseo de inclusión por el portal del consumo. 
    El huérfano Huerta habitante de la calle se enajena de esa situación
    para con el dinero del éxito comprar indumentaria y aderezos de marca,
    mientras el Hippie Toltec que vive con su familia en una chabola miserable
    sin energía eléctrica va a llenarla de aparatos elétctricos y otros
    objetos sin utilidad para los parientes encantados con las ofertas. Los
    jóvenes pobres son avasalados como todos por la industria del consumo, pero
    están más vulnerables, porque desprovistos de los bienes materiales básicos. 
    El Hippie Toltec, en especial, trae consigo mismo una de las
    cuestiones de Fuentes, porque se reverencia en el pasado acabado la cultura
    de los amerindios sin que traiga su vigor y su belleza para transformar el
    presente y, a la vez, se tratan mal o se vuelven invisibles a los herederos
    indígenas, los mestizos, o sea, el pueblo en la contemporaneidad. Hay
    en Cristóbal Nonato una miríada de piedras de toque que recurren
    toda la narrativa: “era el día de los grandes rumores” -mítico-,
    “para Vigo me voy” y “Pacífica” -utópicos-, “México es el país
    de hombres tristes y de niños alegres” y “uniós y olvido” -históricos- 
    operan juntos la identidad del país. 
    Tales signos, todavía, son ideologizados para afirmar una realidad
    inmutable que Fuentes parodia a la extenuación, confrontando esa realidad
    con la producción de movimiento de las alternativas del pasado sin memoria,
    del presente caótico y de un futuro que está construyéndose. La convivencia con la alteridad continua siendo en la vuelta del siglo un problema históricocultural en la formación identitaria y exige nuevas proposiciones del talento y de la inteligencia creativos de toda la humanidad. BIBLIOGRAFÍA ADORNO, 
    Theodor W. & HOKHEIMER, Max. Dialética do esclarecimento:
    fragmentos filosóficos. Trad. Guido Antônio de Almeida. 
    2. ed.  Rio de Janeiro:
    Jorge Zahar, 1991.  241 p. FUENTES,
    Carlos.  Cristóbal Nonato. 
    México: Fondo de Cultura Económica, 1987. 569 p. ------. 
    Valiente mundo nuevo: épica, utopía y mito en la novela
    hispanoamericana. México: Fondo de Cultura Económica, 1994. 
    303 p. ------. 
    Geografía de la novela. 
    México: Fondo de Cultura Económica, 1995. 
    178 p. MARTÍN-BARBERO,
    Jesús.  Dos meios às mediações:
    comunicação, cultura e hegemonia.  Trad.
    Ronald Polito e Sérgio Alcides.  Rio
    de Janeiro: Ed. UFRJ, 1997.  356
    p. MUGGIATI,
    Roberto.  “Do rhythm &
    blues ao rock ‘n’ roll”.  In:
    ---.  Blues. Da lama à fama. 
    Rio de Janeiro: Ed. 34, 1995.  p.165-72. OROVIO,Helio. 
    El bolero latino.  La
    Habana: Letras Cubanas, 1995.  117
    p. SUBIRATS,
    Eduardo.  El continente vacío:
    la conquista del Nuevo Mundo y la conciencia moderna. 
    Madrid: Anaya & Mario Muchnik, 1994a.  524 p. TODOROV, Tzvetan. A conquista da América: a questão do outro. Trad. Beatriz Perrone Moisés. 2. ed. São Paulo: Martins Fontes, 1988. 263 p. 
 | 
| Sobre el autor: | 
| nombre: Silvia Miranda Boaventura | 
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| Sobre
        el texto: Texto insertado en la revista Hispanista no 11 | 
| Informaciones
        bibliográficas: BOAVENTURA, Silvia Miranda. Mestizaje cultural en Cristóbal Nonato de Carlos Fuentes. In: Hispanista, n. 11. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo69esp.htm |