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Cipriano Salcedo y el Capitán Alatriste: una mirada hacia el pasado de España 

  Nombre del Autor: Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento
 

magnolia_brasil@uol.com.br

Palabras clave: opresión - intolerancia - fe

Minicurrículo: Profesora de Letras Hispánicas de la UFF. Doctora en Literaturas Españla e Hispanoamericana - USP. Línea de investigación: Literatura y vida social. Profesora e Coordinadora del Sector de Letras Hispánicas del Curso de Graduación Portugués-Español, Instituto de Letras, UFF. Miembro efectivo del consejo editorial de la Revista Seminal, de la UERJ, de la revista  Hispanista  y del Consejo de Redacción de la revista de la APEERJ, Rio de Janeiro.

Resumo: Minha proposta é a de pesquisar que razão ou razões levam dois romancistas espanhóis de diferentes gerações: Miguel Delibes y Arturo Pérez-Reverte, na última década do Século XX, a voltar seu olhar para o passado, mais especificamente para os Séculos XVI e XVII, respectivamente. Ao debruçar-me sobre as páginas de  El Hereje, de Miguel Delibes e a série: Las Aventuras del Capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, obras publicadas ao final de um século insolidário, em que a opressão e a intolerância permaneceram vivos, privilegio a visão crítica de Delibes e Pérez-Reverte. Enquanto reencenam a atuação histórica da Inquisição eles remetem, ao mesmo tempo em que as denunciam, à intolerância, à opressão e à toda forma de violência perpetradas em nome da fé, nos fins do Século XX.

Resumen: Mi propuesta es la de investigar qué razón o razones llevan dos novelistas españoles de generaciones distintas: Miguel Delibes y Arturo Pérez-Reverte, en la última década del Siglo XX, a volver su mirada hacia el pasado, más específicamente a los Siglos XVI y XVII, respectivamente. Al volcarme sobre las páginas de El Hereje, de Miguel Delibes y la serie: Las Aventuras del Capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, obras publicadas al final de un siglo no solidario, en el que la opresión y la intolerancia han permanecido vivas, buscaré privilegiar la visión crítica de Delibes y Pérez-Reverte. Mientras re escenifican la actuación histórica de la Inquisición, ellos remiten, al tiempo en que las denuncian, a la intolerancia,  la opresión  y toda forma de violencia perpetradas a nombre de la fe, a fines del Siglo XX.

 

¿Cómo callar tantas formas de violencia perpetradas también en nombre de la fe? Guerras de religión, tribunales de la Inquisición y otras formas de violación de los derechos de las personas?           (Juan Pablo II a los cardenales, 1994)

 

Nunca foi tão urgente o “empenho numa causa sagrada” levando em conta a humanidade como um todo, o respeito à natureza e o diálogo das civilizações.

                                          (Yasmin Anukit, 2001)

 

Va de cuento: nos regía

Un capitán que venía

Mal herido, en el afán

De su primera agonía.

¡Señores, qué capitán

el capitán de aquel día!

    (E. Marquina: En Flandes se ha  puesto  el sol)


           ¿Qué razones llevarían dos escritores españoles: Miguel Delibes y Arturo Pérez-Reverte, de gran público lector, en España y fuera de ella, a direccionar, en la última década del siglo XX, su mirada hacia el pasado? La poderosa España de Felipe II y la decadente España del IV Felipe están presentes, respectivamente, en las páginas de El Hereje, de Miguel Delibes, publicado en 1998 y en la serie: Las Aventuras del Capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, cuya primera entrega, con el nombre de El capitán Alatriste, es de 1996.

¿Por qué, al final de un siglo en el que la opresión y la intolerancia han permanecido vivas, dos escritores de  generaciones distintas (nacido en 1920, Delibes; de 1951, Pérez-Reverte) ambientan sus novelas en la España del Siglo de Oro? Es más: ¿por qué  dos conocidísimos escritores, emergidos del periodismo, que han visto la guerra desde muy cerca, vuelven su mirada hacia el pasado lejano de España?[1]

El corpus en el que anclo mis reflexiones está también integrado por  Limpieza de Sangre,[2] de A. Pérez-Reverte, y  se justifica por ambientarse en un pasado marcado por la opresión y la intolerancia; al repensarlo, los autores repiensan, también, su propio tiempo, un período sombrío en un mundo en el que el bien común ha sido sustituído por una lógica de competición que, para José Angel Valente, resulta en la explosión de las desigualdades acentuando  la pobreza y el desempleo (2000, p. 37), además de la intolerancia y la opresión. En cierta medida, se trata de lo que afirmó Delibes, al ingresar en la Real Academia, en la década de 70: “el hombre sigue empeñado en bloquear su propia salida a la esperanza” (1994, p.14).

En el conjunto de su obra, Delibes trata de poner de manifiesto hechos que no deben ser olvidados pues no pueden volver a ocurrir. Con ese ánimo se dedica a investigar, minuciosamente, la Inquisición en España, especialmente en el Siglo XVI. De ello resultó El hereje, publicada en 1998, según las palabras del autor, “la novela más densa y compleja” de cuantas ha escrito. Al ambientar la novela en la Valladolid del Siglo XVI, Delibes se vuelve hacia un hecho histórico: el foco luterano del Dr. Agustín Cazalla, que se encerró en los autos de fe de 1559. En esa novela, una vez más, Miguel Delibes hará de un perdedor el personaje central: Cipriano Salcedo, nace en Valladolid, en 1517, en un momento de gran agitación política y religiosa, el mismo año en el que Lutero fija su tesis contra las indulgencias, en la puerta de la Iglesia de Wittenberg. Persona de fe muy firme, Cipriano conoce y abraza las corrientes protestantes que, clandestinamente, empiezan a introducirse en la Península y cuya expansión sería cortada por el Santo Oficio. Las aventuras vitales y religiosas del personaje central, tienen por escenario la Valladolid posterior a los descubrimientos, ciudad-corte en los años en los que  se entroniza a Felipe II y muere Carlos V; esa ciudad aparece en plenitud, en una novela de corte histórico en la que prevalece la ficcionalización en el desdoblamiento de una fábula en la cual la burguesía y el protestantismo tienen papel capital a lo largo de 50 años.

 

El universo allí recreado va a exponer cuestiones relacionadas a las pasiones humanas y el mecanismo que las mueve: las cuestiones que son las del siglo XVI y que permanecen vivas en el XX (y en el XXI, también), como los trabajadores sin tierra, la tendencia a la emigración, los desempleados  en el largo invierno de la Meseta, el trabajo ocasional mal pagado, temas más o menos intensamente vivos también en la rica España de fines del siglo XX y en tantas otras partes del mundo. En El Hereje, Miguel Delibes hace, a su manera, un balance de fin de siglo. Se van poniendo en cola cuestiones muy actuales cuya referencia está en el siglo XVI, lo que no sólo expone aquello que se dibuja en la piel del siglo XX, sino  también funciona como denuncia y cobro con relación a tantos siglos de desinterés, abandono, indiferencia que resultaron en la permanencia de la opresión en sus más variadas manifestaciones.

 A contramano de la tendencia de borrar de la memoria lo que es negativo, Delibes sigue convencido de la necesidad de mantener el recuerdo vivo, ejemplo de lo que no debe  volver a ocurrir. De esa manera escapa a la conocida denuncia con relación a que vemos, hoy, que todo lo que ocurrió en este siglo con relación al progreso, a la liberación, a la revolución, a la violencia está a punto de ser revisado en el buen sentido. En la última década de un siglo intolerante, Miguel Delibes reafirma, a través la epopeya sin gloria de su antihéroe, Cipriano Salcedo, un hombre pequeñito, frágil en apariencia, con el cuerpo cubierto por vellos, activo comerciante y señor de una fe vigorosa, la creencia en la fraternidad.

En la novela en tela, la voz narrativa dibuja las cuevas de horror abiertas por la Santa Inquisición, en la Valladolid de Carlos V y Felipe II y establece un diálogo con tantas otras cuevas de crueldad, de “maldad insolente”, para repetir la expresión usada en el famoso tango argentino, el genocidio y las infinitas barbaridades que han destrozado el planeta y acentuado la exclusión, en un siglo que, para muchos, agotó el tiempo de las utopías

 

De su parte, Arturo Pérez-Reverte también va a trabajar en el rescate de la memoria. Para López de Abiada, en el ensayo: “Contra el olvido. Primera lectura de  El capitán Alatriste”, su razón primera es muy reveladora: “Decidí hacer esta novela al ver que un libro de texto que tenía mi hija el curso pasado dedicaba veinte páginas a los últimos años de la historia de España, con fotos de Calvo Sotelo y Felipe González – este año ya agrega la de Aznar - , y liquidaba el Siglo de Oro en página y media”. (2000, p.7) De esa manera, Pérez-Reverte intenta impedir que se concrete el “borrado de memoria” al que su hija Carlota y sus coetáneos son sometidos. Todo eso ha sido decisivo para que el capitán Alatriste ganara una más amplia dimensión: López de Abiada  afirma que lo que empezara a ser escrito como un divertimento, un relato de unas 70 páginas, se profundizó en la Historia y en la Literatura del Siglo XVII, del Madrid decadente de los Austria porque “todo lo que pasa hoy estaba entonces allá. La corrupción, el poder de los validos, los fueros...” (2000, p. 7), o sea, se trata, como afirma Pérez-Reverte, de

 la misma España [...]: en vez de banqueros genoveses hay banqueros marioscondes, y en vez de Conde-Duque de Oivares, pues hay Alvarez Casco o Alfonso Guerra [...]. Cuando estaba trabajando en esta novela me di cuenta de lo poco que hemos cambiado y de lo españoles que somos[...].  Cuando ahora releo algunos de los episodios, [...] asocio sin querer a la Iglesia, a la banca, al estado, el poder, la corrupción y la guerra sucia porque, en realidad, esta novela es un episodio de la guerra sucia, aunque encaminada a otro tipo de cosa.[3]

 

Según Gonzalo Navajas, Arturo Pérez-Reverte elige la ética como escenario que si no es el único, juega un papel  sobresaliente en la fábula, en la creación de un mundo singular donde el dato histórico y la ficción se entrelazan, como es el caso de un Quevedo real y un capitán simbólicamente ejemplar “para configurar un mundo singular que es persuasivo más allá de la inverosimilitud de sus situaciones específicas” (2000, p.10). En el juego de intereses en el que se ve metido Alatriste por vivir del oficio de espadachín, su sentimiento de honor, su sentido ético lo llevan a exponerse a punto de volverse rehén de la Inquisición: provoca la furia del siniestro e implacable dominicano, fraile Emilio Bocanegra, presidente del Santo Tribunal de la Inquisición y del Consejo de los Seis Jueces, un hombre “cuya influencia llegaba hasta el Gran Inquisidor y hasta los corredores privados del Alcázar Real” (El Capitán, p.47). Alatriste, al confrontarse con Bocanegra y la autoridad embozada que le había encargado un trabajo sucio que él no llevó a cabo por razones de honor, aclaró que no lo había hecho porque sabía apreciar el gesto de un hombre valiente. Y prosiguió: “a veces es lo único que queda [...]. sobre todo, en tiempos como estos, cuando hasta las banderas y el nombre de Dios sirven para hacer negocio”(p.150).

El capitán sabe que se ha metido en algo excesivo y lo lamenta, pero, aunque hombre de muchos defectos, optó por un código de honor que le permite desconocer la mezquindad y la vileza que hay a su alrededor. Para Gonzalo Navajas, “su conducta consecuente con sus propios principios personales que él defiende por encima de toda duda”(2000, p.9), lo llevará a conocer el peso de la mano de la Inquisición, que se prefigura en la explícita amenaza de Fray Emilio Bocanegra:

 

Sois un traidor y un irresponsable [...]. con vuestros inoportunos escrúpulos habéis favorecido a los enemigos de Dios y de España [...] Habéis visto demasiado, habéis errado demasiado. Vuestra existencia, capitán Alatriste, ya no vale nada. Sois un cadáver que, por algún extraño azar, todavía se sostiene en pie (El capitán, p. 152-2)

 

En la reorganización del universo histórico y social en El capitán Alatriste y Limpieza de sangre, a través de un sin número de aventuras de capa y espada, A. Pérez-Reverte sumerge al lector en las intrigas no menos peligrosas de la Corte, en una España corrupta y decadente. El amplio mural que se va pintando con las aventuras de Diego Alatriste y Tenorio, pone de manifiesto, como en El hereje, una relación implícita con la España actual y se observa un cierto tono de piedad por lo que de ella se ha hecho: “Pues desde siempre, ser lúcido y español aparejó  gran amargura y poca esperanza” (L.S., p. 235). Una de las razones para tal afirmación se encierra en el comentario del narrador sobre un mundo venal, hipócrita y  de buenos modales, en el que “los poderosos, los buitres, carroñeros, los envidiosos, los cobardes y los canallas suelen encubrirse unos a otros. Dios nuestro señor los crió a todos y estos fueron juntándose desde siempre y bien a su manera en nuestra infeliz España (L.S., p. 233).

 

De la mirada de Miguel Delibes y A. Pérez-Reverte hacia el pasado, escurre la mencionada cuestión de la ejemplaridad. Delibes la centra en la inquebrantable fuerza de la fe de su personaje, Cipriano Salcedo, en la integridad moral que le impide abjurar de su fe,  denunciar a los compañeros del círculo del Dr. Agustín Casalla, en Valladolid. La consecuencia de su fidelidad y de su coherencia es la muerte en las hogueras del auto de fe. Del fuego que consume las escasas carnes de su pequeño cuerpo, Delibes hace resonar la contundencia de un silencio más poderoso que la fuerza de la tortura y del dolor, el silencio digno de un hombre solidario: Cipriano no gritó , como esperaba la multitud sedienta  de representaciones fuertes, que rugía pidiendo el sacrificio. Cuando el carrasco encendió el fuego, Cipriano no más murmuró: “Señor, acógeme”. Aunque el dolor fuera intensísimo, no más “apretó los párpados sin mover un músculo, resignadamente”. Contrariando la expectativa de los asistentes que veían en las contorsiones de dolor de los martirizados, una prueba de que estaban “poseídos por el demonio”; en consecuencia, “el pueblo sobrecogido por su entereza, en el fondo decepcionado, había enmudecido”(p.495).  Si al describir los momentos finales de Cipriano, Miguel Delibes hace una macabra ilustracion histórica, en la crónica: “Os gritos de Giordano Bruno”, del portugués José Saramago, se encuentra el eco del silencio de Cipriano Salcedo. Al criticar nuestra corta memoria con relación a hechos fundamentales para la humanidad, comenta Saramago la dimensíón del silencio mantenido por ese italiano mientras  ardía  siglos antes, como Cipriano Salcedo, en las  llamas de la Inquisición. Y afirma: “Pero sí gritó, mis amigos. Y continúa gritando[4] (1996, p.137-138). Tal como Giordano Bruno, el silencio de Cipriano grita la crítica a toda forma de violencia, especialmente la que se comete en nombre de Dios y niega el libre albedrío” .

Si el Capitán Alatriste logra escapar al fuego de la Inquisición, no por ello sus actitudes pierden de vista la perspectiva de ejemplaridad que trasunta de sus actitudes. Como Delibes, Pérez-Reverte también le sumerge a su lector en la crueldad de la Inquisicion, también tematiza el auto de fe. Pero al hacerlo, lo templa  con una fina ironía provocadora de la risa, cruel, pues va cargada de dolor. Entre risa y risa, aceros de espadas que se entrecruzan, dagas que se esquivan, persecuciones más políticas que religiosas, encuentros amorosos, intereses ocultos y mucho más, se eleva la mirada firme del Capitán Alatriste, quien, aunque espadachín de alquiler, trabaja movido por la esperanza, por la justicia, por el honor, por la fidelidad y por la libertad en la cual cree. Para Gonzalo Navajas, Pérez-Reverte logra dibujar “una sociedad en la que las dimensiones heroicas y singulares sobresalen por encima de la indigencia y el desorden que en realidad regían el país”(2000, p. 9), al evidenciar las características “ejemplares” de un personaje con atributos humanos que van desapareciendo en el presente.

Pienso que las preguntas iniciales van siendo respondidas, además de provocar otras relaciones  con hechos del momento histórico en que vivimos. Al dirigir su mirada hacia un período de la Historia de España en el cual la Inquisición, aliada a los poderes civiles, ha creado la estructura perversa de los autos de fe, con ramificaciones por toda la sociedad, cuando la desconfianza con relación al “otro”,  al “diferente” era (¿era?)  una constante, Miguel Delibes y Pérez-Reverte multiplican reflexiones, provocan comparaciones.

En la última década de un siglo intolerante, en el que las guerras religiosas y raciales no han sido interrumpidas, cuando la violencia siguió victimando al “otro”, en sus más variados niveles, cuando lo global se concreta a costa de lo individual, cuando la opresión aisla y destroza a tantos seres mantenidos en condiciones infrahumanas, dos exitosos novelistas españoles, en El Hereje y en la serie de aventuras del Capitán Alatriste proponen al lector una contundente  relectura de su mismo tiempo. Cipriano Salcedo muere por mantenerse fiel a su creencia; su silencio grita el derecho a ser diferente, a la libertad. Con el capitán Alatriste, Pérez-Reverte parece escapar a un tiempo en el que registró, por su oficio de reportero, las atrocidades que separaron hermanos y destrozaron países. De la obra de los dos autores resulta un duro y tenso diálogo  histórico y humano, en el cual se filtra la preocupación solidaria que se impone como forma de resistencia y, también, como búsqueda de luz en un presente sombrío, un tiempo en que, tal como en la frase de Tocqueville, el pasado dejó de iluminar y el presente camina entre tinieblas.[5]

 

Referencias bibliográficas 

BAUDRILLARD, Jean. La ilusión del fin. (La huelga de los acontecimientos). 3ed. Barcelona: Anagrama, 1993. 

BETHENCOURT, Francisco. Historia das inquisições; Portugal, Espanha e França. Séculos XV-XVI. Rio de Janeiro: Companhia das Letras, 2000. 

DELIBES, Miguel. El hereje. Barcelona: Destino, 1998.

_____. Obra Completa. Barcelona: Destino, 1975, 6v.

_____. Un mundo que agoniza. Plaza & Janés, 1994. 

NASCIMENTO, Magnólia B.B. do. “Aspectos da ficção espanhola no fim do século XX e a crise das utopias”. In ZUNTINI DE IZARRA, Laura (org). A literatura na virada do século: fim das utopias? São Paulo: FAPESP/Humanitas, 2001, p. 173-192.

_____. O diálogo impossível (A ficção de Miguel Delibes e a sociedade espanhola no franquismo). Niterói: EdUFF, 2001.  

PÉREZ_REVERTE, Arturo y PÉREZ-REVERTE, Carlota. El capitán Alatriste. Madrid: Alfaguara, 1996.

_____. Limpieza de sangre. Madrid: Alfaguara, 1997. 

SARAMAGO, José. A bagagem do viajante. Crônicas. São Paulo, 1996. 

VALENTE, José Angel. Crisis, apocalipsis, utopias.  Actas del XXXII Congresp internacional de la Literatura Iberoamericana. Santiago de Chile: Pontificia Universidad Católica, 2000. P. 37-41. 

Recursos electrónicos:

GONZALO NAVAJAS. “La literatura de un tiempo ejemplar. Internet: Polo Académico Internacional. Sobre Arturo Pérez-Reverte.  Noviembre de 2000. http://www.icorso.com/polo.html 

GUERRERO RUIZ, Pedro. “Grandeza literaria y miseria moral en la España de Alatriste”. Internet: Polo Académico Internacional. Sobre Arturo Pérez-Reverte. Noviembre de 2000. http://www.icorso.com/polo.html 

LOPEZ  DE ABIADA, José Manuel. “Contra el olvido. Primera lectura de El Capitán Alatriste”. Internet: Polo Académico Internacional. Sobre Arturo Pérez-Reverte. Noviembre de 2000. http://www.icorso.com/polo.html 

_____. Para un perfil de Arturo Pérez-Reverte. Internet: Polo Académico Internacional. Sobre Arturo Pérez-Reverte. Abril/2001. http://www.icorso.com/polo.html 

Observação:

Este texto, em sua origem uma comunicação ao Congresso: 20 años de APEERJ, Rio de Janeiro, 2002,  está publicado em 20 Años de APEERJ: El español-un idioma universal. Edit. Mariluci Guberman. Rio de Janeiro: Revista APEERJ, ano5, n.5. 2002, 400p. PP.256-261



[1] Llamado a la guerra civil, recién salido de la adolescencia, Delibes integró la armada de Franco; como reportero de guerrra, Pérez-Reverte durante veintiún años estuvo en diferentes frentes de batalla.  

[2] A partir de ahora, las referencis a esa obra aparecerán como L.S.

[3] A.PEREZ-REVERTE in:  HUESA, José, Manuel: “Historia de un engaño”. Cambio, 0-XII-1996, p. 58.

[4] Traducción mía.

[5] In: VALENTE, José Angel, p. 38

 

Sobre el autor:
nombre: Magnolia Brasil Barbosa do Nascimento
E-mail: magnolia_brasil@uol.com.br
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Sobre el texto:
Texto insertado en la revista Hispanista no 14
Informaciones bibliográficas:
NASCIMENTO, Magnólia Brasil Barbosa do. Cipriano Salcedo y el Capitán Alatriste: una mirada hacia el pasado de España . In: Hispanista, n. 14. [Internet] http://www.hispanista.com.br/revista/artigo119esp.htm 
 

 

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